30.4.11

Einstein y el Evento del materialismo

Traduzco apresuradamente un fragmento de la participación de Slavoj Zizek en The monstrosity of Christ, Paradox or Dialectic? (MIT Press, 2009)...

El materialismo que nos queda [el que Zizek sostiene] no tiene nada que ver con la afirmación de una “realidad externa completamente existente” –por el contrario, su premisa inicial es el “no-todo” de la realidad, su incompleción ontológica. (Recuérdese la traba de Lenin cuando, en Materialismo y empirocriticismo, propone como una mínima definición del materialismo la afirmación de una realidad objetiva que existe independientemente de la mente humana, sin más cualidades: en este sentido, Platón mismo es un materialista!) Tampoco tiene que ver con alguna determinación positiva de contenido, como “materia” versus “espíritu”, es decir, con la sustancialización de la Materia en el Absoluto único (la crítica de Hegel está completamente justificada aquí: “materia” en su abstracción es una pura Gedankending [cuando la cosa en sí misma es un objeto-pensamiento]). Por tanto, no deberíamos temer a la muy condenada “disolución de la materia en el campo de las energías” en la física moderna: un verdadero materialista debería acogerla plenamente. Materialismo no tiene nada que ver con la afirmación de una densidad inerte de la materia: es, por el contrario, una posición que acepta el vacío primordial [ultimate void] de la realidad- la consecuencia de su tesis central sobre la multiplicidad es que no hay una “realidad sustancial”, que la única “sustancia” de la multiplicidad es el vacío. (La diferencia entre Deleuze y Badiou aquí es la misma entre el idealismo y el materialismo: en Deleuze, la Vida es aún la respuesta a “¿Por qué hay Algo y no más bien Nada?”, mientras que la respuesta de Badiou es más sobria, más cercana al budismo y a Hegel- sólo HAY Nada [there IS only Nothing], y todos los procesos suceden “de Nada a través de Nada para Nada”, como Hegel decía.)

[…]

Entonces, regresando a Badiou: cuando él enfatiza la indecidibilidad de lo Real de un Evento, su posición es radicalmente distinta de la noción de indecidibilidad stándard de la deconstrucción . Para Badiou, indecidibilidad significa que no hay criterios neutrales “objetivos” para un Evento: un Evento aparece como tal sólo para aquellos que se reconocen en su llamado, o, como Badiou lo dice, un Evento es autorelacional [self-relating]; se incluye a sí mismo –su propia nominación- en sus componentes. Mientras que esto significa que uno tiene que decidir sobre un Evento, esta decisión primordial sin fundamento no es “indecidible” en el sentido stándard; es misteriosamente similar al proceso dialéctico hegeliano en el que, como el mismo Hegel aclara en la Introducción a su Fenomenología, una “figura de la conciencia” es mesurable no por algún stándard de verdad exterior, sino de una manera absolutamente inmanente, a través de la brecha entre sí mismo y su propia ejemplificación/puesta [staging]. Un Evento es entonces “no-todo” en el sentido preciso lacaniano: nunca es completamente verificado porque es infinito/ilimitado, es decir, porque no hay un límite externo a él. Y la conclusión que se dibuja aquí es que, por la misma razón, la “totalidad” Hegeliana es también “no-todo”. En otros términos (de Badiou), un Evento no es nada más que su propia inscripción en el orden del Ser, un corte/ruptura en el orden del Ser para cuya consideración no puede formarse un Todo consistente. Desde luego, Badiou- como materialista- está al tanto del peligro idealista que aquí se asoma:

Debemos hacer notar en lo que concierne a su material que el evento no es un milagro. Lo que quiero decir es que lo que compone un evento es siempre extraído de una situación, siempre relacionada retrospectivamente a su multiplicidad singular, a su estado, al lenguaje al que está conectado, etc. De hecho, para no sucumbir ante una teoría obscurantista de creación ex nihilo, debemos aceptar que en un evento no es nada más que una parte de una situación nada, no es nada más que un fragmento del ser.[1]

Sin embargo, debemos dar un paso más allá de lo que Baioiu está dispuesto: no hay un más allá [Beyond] del Ser que se incriba a sí mismo en el orden del Ser- no hay nada más que el orden del Ser. Deberíamos recordar aquí una vez más la paradoja de la teoría de la relatividad de Einstein, en la que la materia no curva el espacio, sino que es un efecto de la curvatura del espacio: un Evento no curva el espacio del Ser mediante una inscripción en él- por el contrario, un Evento no es nada más que esta curvatura del espacio del Ser. “Todo lo que hay” es el intersticio, la no-sí-misma-coincidencia [non-self-coincidence], del Ser, es decir, el no-estar-cerrado [non-closure] ontológico del orden del Ser.

Nota 152: Esto es por lo cual debemos preguntar la pregunta clave: ¿hay un ser sin evento, simplemente externo a él, o es todo orden del ser la negación-olvido de su evento fundante, un “perverso” je sais bien, mais quand méme [yo sé bien qué, pero aún así…]…, una reducción-reinscripcción del evento en el orden causal del ser?



[1] Alain Badiou, Theoretical Writings (London: Continuum, forthcoming)

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